¿Secretos de Estado o delincuencia gubernamental?
Archivado en: Politica/Economia — PiensoLuegoPiensoLuegoExisto (PLPLE) @ 17:33
Tags: información, internacional, secretos de estado
El caso Wikileaks del que hablaba en el post anterior, deja varios puntos de debate sobre la mesa.
Y uno de ellos es el de los llamados Secretos de Estado.
Los que hasta ahora han condenado las filtraciones de los Secretos de Estado,
a la vez que defendían los documentos ocultados,
anteponían el hecho de haberse hecho público un Secreto de Estado por sobre lo que contenía el secreto en sí.
Por su parte, los que apoyaron las filtraciones y condenaban los documentos,
alegaron sobre la situación de libertad de la información y la exposición de la forma de gobierno de,
en este caso, los EEUU.
Un Secreto de Estado, tal como su nombre indica,
se refiere a los informes que determinado gobierno oculta al público común (o a otros gobiernos)
para que no se conozcan detalles específicos sobre determinado tema.
¿Por qué es de Estado? Porque las acciones o hechos que se ocultan,
relacionan de forma directa al gobierno (de turno, anterior o futuro).
¿Y por qué es secreto? Porque la simple publicación de dichos informes pueden perjudicar al gobierno;
ya sea porque es información sensible o violenta para el público común
(videos de muertes de enemigos o soldados propios en plena guerra),
porque la publicación puede anticipar movimientos al enemigo
(por ejemplo, planes de invasión o movimientos de tropas en terrenos hostiles),
o porque dicho secreto puede brindar una ventaja extra al enemigo (por ejemplo,
colocaciones estratégicas de artillería o tácticas de despliegue de fuerzas terrestres,
que pueden ser anticipadas y/o copiadas por el contrincante).
Algunos puntos comunes entre todos estos secretos,
es que éstos generalmente tienen fecha de caducidad y no son perpetuos
(la táctica usada para tomar determinada playa en tiempos de guerra puede publicarse un tiempo después,
ya que no puede ser anticipada por el enemigo; aunque los tiempos siempre son largos,
porque aún pueden ser copiadas por otros),
que no necesariamente deben contener información sensible
(puede ser común y corriente,
pero que en determinada época puede significar un gran perjuicio de forma directa o indirecta,
incluída la modificación de la opinión pública)
y que estos secretos se convierten en abiertos y públicos por el mismo Estado una vez pasado un tiempo.
Estos son simples ejemplos como para que vean
el espíritu que encierra la ocultación de datos por parte de un Gobierno.
Uno puede comprender que, en casos como los de arriba, es mejor la ocultación que la exposición pública y mundial.
Por más que Secreto de Estado suene a cosa mala, como así también la ocultación de datos al público general,
creo que nadie puede negar que (en los ejemplos dados arriba)
a veces es mejor ese paso temporal para mantener un estilo de “privacidad política momentánea”
que trae más beneficios que perjuicios (al menos, para el gobierno que oculta, claro está).
Pero hay otro punto en común que debe tener un Secreto de Estado
y que muchos (aduladores y opositores) parecen estar olvidando:
esos actos o acciones con bruma momentánea DEBEN SER LEGALES.
Y con legales, me refiero no solamente a la legalidad que aporta la ley territorial,
sino también a que debe alinearse a códigos de guerra o convenios internacionales
(por ejemplo), más en casos en donde ese secreto está relacionado con una o más naciones.
En el específico caso de Wikileaks,
tenemos dos ejemplos patentes que nos muestran cuándo un secreto debe esconderse y cuándo no,
así como también cuando publicar dicho secreto obtenido ilegalmente puede ser alabado o condenado:
Por un lado, tenemos el caso del video publicado por Wikileaks,
en donde se ve a un helicóptero de EEUU disparar sobre un grupo de personas civiles y desarmadas,
asesinando a un reportero y dejando gravemente heridos a dos niños (entre otros).
El gobierno ocultó el video y la información concerniente, y negó los tibios rumores que iban hacia ese lado.
Una vez conocido el video,
se trató por todos los medios de encontrar la fuente para condenarla por alta traición a la Patria.
EEUU salió casi indemne del hecho.
Por otro lado, tenemos el caso que acontence en estos días,
en donde miles de cables inter-embajadas robados por un soldado, d
an cuenta sobre sus tácticas y estrategias políticas hacia otras naciones,
y pedidos de informes sobre autoridades de otros países del mundo.
El lenguaje utilizado es informal y suena más a charlas de café transcriptas que a duros informes tajantes.
Otra vez, EEUU condena la exposición
y se busca al fundador de Wikileaks para ponerlo tras las rejas
(supuestamente, por un delito no relacionado, pero que recién ahora, casualmente,
ponen en primera plana con prioridad de búsqueda).
Asimismo, el soldado sospechado fue detenido por alta traición y desestabilización gubernamental,
pero por la publicación de un solo secreto hace años (en la misma línea que los de hoy).
Actualmente, pende sobre él una pena de por vida y se está estudiando la implementación de su ejecución
(pena de muerte).
Creo que los dos casos son claros.
En el primero, se está ocultando una alevosa violencia a una masa de civiles que no intervenían como enemigos,
con asesinato incluído.
Ese Secreto de Estado es en realidad un delito por donde se lo mire, y todo un gobierno lo oculta y lo desmiente.
Supongo que hasta aquí, estaremos todos de acuerdo.
Pero entonces entran el primer ladrón y el sitio expositor, y cae la consecuente pregunta:
¿hicieron bien o deben ser penados?
Desde mi punto de vista, en el primer caso se cometió un delito mínimo con el fin de demostrar uno mayor,
y sin lastimar a nadie que hubiese hecho las cosas legales en el proceso.
Para mí, el robo de información confidencial no es comparable al asesinato de civiles desarmados, por lejos.
Y lo mismo ocurriría con el sitio: estaría exponiendo información clasificada de forma masiva,
pero para denunciar un delito increíble e impune llevado a cabo por todo un Gobierno
(y precisamente uno que boga e impulsa el cumplimiento de diversos derechos).
Sin embargo, en el segundo caso lo que se expone es una forma de política mundial que (nos guste o no)
no cae en el terreno ilegal y es común,
así como también se publican opiniones e inquietudes informales y personales de políticos de EEUU,
que perjudican al país entero y a los nombrados en esos informes.
O sea, se cometió un delito que pone en peligro las relaciones de ese país con el mundo
(principalmente gracias a la opinión pública que desconoce esos manejos) y endurece la posición de los nombrados,
poniéndolos también en peligro a nivel político y personal.
En éste caso, creo que el Secreto de Estado estaba bien impuesto y su violación debe ser penada,
porque trae grandes perjuicios globales pero sin reportar beneficios tangibles o loables para nadie.
Aunque, convengamos, la pena que pende sobre el soldado es excesiva en demasía.
Como también decía antes, todos tenemos secretos e información que no queremos (o no podemos) hacer públicos.
Hay que saber que en la política, esto también es aplicable.
Y la línea no es tan fina como se piensa, al menos en los dos hechos específicos expuestos aquí.
Hoy, por estos dos hechos, hay tres entidades con penas que no les corresponden (por altas o por bajas).
Y miles de millones de dedos que apuntan hacia cualquier lado.
“Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe.
Si, pues, no existe la verdad, es verdad que la verdad no existe.” (Santo Tomás de Aquino)
PLPLE
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