Mea culpa… como estrategia de manipulación inducida
09/10/2010 por Atreyu
Hace pocos días distintos medios en Internet han publicado un breve artículo de Noam Chomsky, titulado “Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática”. Se trata de un listado en el que describe, de forma muy sintética las estrategias que utilizan los medios de información para manipularnos a su antojo.
Ese artículo nos recuerda algo que ya sabemos… ¿o no? Para una mayoría de las personas las estrategias de las que habla Chomsky distan mucho todavía de ser algo evidente. Por eso creo que este breve artículo podría convertirse en un pequeño recordatorio que uno debe tener a mano, y que le sirva para hacer prácticas de cómo descubrir para sí mismo, y señalar a todos los que aún no las vean, esas estrategias en la forma en la que nuestros periódicos y televisiones manejan la información: lo que nos cuentan y lo que nos ocultan. Y cómo todo eso van conformando nuestra concepción de la realidad. Tampoco estaría mal que este tipo de conocimientos tuvieran su sitio en las aulas…
Incluyo a continuación el artículo Lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios y a continuación hago una reflexión sobre el punto número 9 del listado
1. La estrategia de la distracción
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…9. Reforzar la autoculpabilidad
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
Una reflexión sobre el punto número 9: Reforzar la autoculpabilidad
Encuentro que este es un punto que, de alguna manera, se diferencia de todos los otros. Los demás tienen en común que se refieren a una manipulación desde el exterior. Sin embargo, éste contiene una clave muy particular, porque la manipulación consiste en promover que sea el propio individuo quien se autocensure y autolimite.
Recientemente he caído en la cuenta de que la estrategia de reforzar la autoculpabilidad parece especialmente diseñada a la medida de los buscadores e idealistas. De aquellos que estamos firmemente convencidos de que la mejor –o incluso la única- manera de arreglar el mundo es arreglándonos a nosotros mismos. Los que -en palabras de la madre Teresa de Calculta- pensamos que si cada uno barriera delante de su casa el mundo estaría limpio.
Esto que es nuestra verdadera fortaleza puede ser también nuestra máxima debilidad. El hecho de que hagamos un gran uso de la introspección para observar nuestras incoherencias nos hace especialmente vulnerables a este tipo de manipulación si no entendemos que puede ser utilizada por aquellos que, como dice, el punto 10 del listado de Chomsky nos conocen mejor que nosotros mismos… y además de eso su objetivo es ejercer el máximo poder sobre nosotros, en su propio beneficio.
Y es que uno puede pasarse la vida entera buscando perfeccionarse como para alcanzar la suficiente talla moral para levantar la voz contra lo inmoral, o lo escandalosamente injusto…sin encontrar nunca que ese momento ha llegado. Por eso es importante comprender que es también en ese equilibrio interior-exterior donde se ha de trabajar el crecimiento, porque de lo contrario estaríamos contribuyendo –en nombre de un mal entendido autoperfeccionamiento- a que el mal siguiera campando a sus anchas.
En estos momentos la Humanidad está en el ojo del huracán de un cambio monumental. Mal y Bien, Luz y Oscuridad, están -mientras se desmorona una concepción de la realidad y emerge una nueva- completamente polarizados e inextricablemente unidos.
En el exterior observamos un avance rapidísimo en lo que tiene que ver con los recortes de libertades. No deberíamos buscar engañarnos a ese respecto negando la evidencia. Evidentemente, en amplios sectores de la población existe una percepción creciente de desasosiego, pero lo cierto es que la mayoría de las personas es aún muy inconsciente de lo que está sucediendo en el mundo detrás del telón. Por tanto, queda mucho trabajo por hacer.
Pensar está ahora mismo prohibido. Sin embargo, es un acto de libertad que sigue siendo imprescindible.
Lo que podemos hacer
- Tomar conciencia de que son las ideas lo que está en el origen de nuestra realidad material. Si no nos gusta lo que hemos proyectado fuera tenemos que revisar las creencias que están en el origen de nuestras creaciones. Y este trabajo, (que lo es, y muy intenso), si lo queremos llevar a cabo por nosotros mismos requiere de tiempo, silencio y reflexión.
- Por tanto, debemos seleccionar con cuidado las semillas que colocamos en la mente; podemos elegir mensajes que nos hacen sentir pequeños o, por el contrario, los que nos ponen en contacto con todo nuestra potencial. Es una decisión.
- Las estrategias de los medios de comunicación (prensa y televisión) de las que hemos hablado en este post están dirigidas a hacer de nosotros marionetas al servicio de un poder superior. Nos corresponde decidir si queremos ese u otro futuro para nosotros.
- La situación crítica ante la que se halla nuestra civilización necesita que un porcentaje de población acepte el reto de sembrar en sus mentes, y regar con sus actos, la semilla de aceptarse a sí mismos como consciencia creadora ilimitada capaz de crear un mundo de equilibrio y armonía para todos. Cada uno de nosotros, ejerciendo su soberanía individual, puede decidir si quiere unirse a ese grupo de población que, desea aliarse con las fuerzas de la evolución para hacer realidad ese objetivo.
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