Si se cumple el tópico de que todo lo prohibido genera tentación, no cabe duda de que la vía de escape por la que están optando muchos bares reconvirtiéndose en club de fumadores podría ser una buena vía de negocio.
El Café Teatro Xesteira, en Orense, ha decidido reinventarse combinando su actividad con el club de fumadores «Asociación Amigos del Tabaco», que, a día de hoy ya tiene 500 socios. Algunos de ellos ni siquiera fuman pero han querido inscribirse igual, lo que no se sabe es si visitarán la sala o bien su inscripción se debe más que nada a una «rebeldía» contra la prohibición. Es ahí donde radica una de las claves del asunto al desconocerse la intención real de los «socios» de dar uso a esta sala de fumadores. En todo caso es difícil imaginar a una persona que no fume metida en medio de un centenar de fumadores…
En principio la idea pinta bien. Veremos los resultados de las inspecciones sanitarias y de las instancias administrativas que proceda, incluido el Ministerio del Interior, que habrá de dar validez a esta asociación en la que se une el vicio de fumar con el afán de lucro pero, eso sí, sin mezclarse lo uno con lo otro, según dicen.
En el Café Teatro Xesteira se han invertido más de dos millones de euros, a los que hay que sumar los arreglos para adaptar el local a la ley. Es de suponer que su dueño cuente con que los socios hagan uso de su cafetería para llevarse las consumiciones que en el caso de un café no pasan del euro con bizcocho incluido. Y decimos «llevarse» en el sentido literal porque según establece la ley, los socios habrán de servirse ellos mismos la bebida, ya que no puede entrar en el recinto ningún camarero.
La clave del camarero
En este club de fumadores de Orense la picaresca aparece de la mano del camarero del local y presidente de la asociación de fumadores, a quien desconocemos si le estará permitido servir a sus colegas de asociación dentro de su horario de trabajo o si, por el contrario, al ser el presidente del colectivo y por supuesto fumador, se le dará visto bueno salvo por la cuestión del lucro, ya que se da por supuesto que la consumición la llevará de la cafetería del local, no del café de enfrente.
Carlos Ramón Cid, que así se llama el camarero-presidente de la Asociación de Amigos del Tabaco, decidió poner su idea en conocimiento del asesor jurídico de la empresa y una vez que éste le dijo al propietario del local que era posible, firmó un convenio de cesión de las instalaciones y puso en marcha todo el papeleo legal. «Hasta que conseguimos abrir el local para este uso tuvimos que presentar mucho papel en la Xunta y en el Ministerio pero de eso ya se encarga nuestro abogado», dice. Lo que queremos, señala, es «que los fumadores no tengan que estar tirados por la calle para echar un cigarrillo». Se trata de «poner a su disposición una sala acondicionada en la que se estén a gusto».
La respuesta ha sido superior a lo esperado por el presidente de la asociación, quien ha recibido cientos de llamadas felicitándole por la idea y también de otras ciudades preguntando por el procedimiento a seguir para ser club de fumadores.
Una fina línea
Los clubes privados de fumadores no son bares ni restaurantes. Son locales sin ánimo de lucro en los que no se vende alcohol ni ningún producto consumible. Son clubes donde socios, y sólo los socios, se reúnen para fumar. El local debe tener su propia ventilación y no puede ser lugar de paso ni compartir acceso con el bar. Estas son cuestiones que tiene muy en mente el propietario del Xesteira quien ha decidido poner un arco de control de modo que no pueda acceder nadie que no sea socio. Otra inversión más con la que el hostelero sigue adelantándose a la norma intentando garantizar su cumplimiento.
Esa es la misma línea fina con la que se ha topado el dueño del club de Fumadores Oxford Cigar de Albacete que tiene también en marcha los trámites administrativos y que tendrá que adaptar las instalaciones a la ley.
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