ANDRÉS PÉREZ / PUBLICO.ES – Los medios de comunicación africanos destacaron ayer que el único jefe de Estado occidental aclamado entre vítores en la investidura del marfileño Alassane Ouattara era Nicolas Sarkozy.




Y todos señalaron además que allí faltaba otro invitado francés, que también había ayudado a la toma del poder de su amigo Ouattara, no con armas sino con el poder del dinero. Era Dominique Strauss-Kahn (DSK, como lo conocen en Francia), que debía haber asistido como director del FMI.


Eso es lo malo que hay cuando dos hombres rivales por las más altas magistraturas del Estado comparten la misma trama, los mismos capitales, los mismos grupos de poder. Los poderosos que tanto te querían te olvidan rápido y desapareces de la lista de invitados. Como confesó un solitario e indignado strauss-kahniano a este periódico, “no hay muchos patrones de las 40 grandes multinacionales francesas que se hayan interesado por saber lo que estaba pasando en la celda de Rikers Island” donde estuvo internado cinco noches DSK.


Y sin embargo, en su día, DSK tenía en su cesta de contactos y de apoyos de lo mejorcito de ese llamado CAC40, las 40 principales firmas que cotizan en París. Buena parte de esa red ha sido descrita con pelos y señales desde hace años por la prensa francesa. Pero lo que sale a la luz ahora arroja un matiz interesante: entre esa densa red, hay varios puntos comunes exactos entre Sarkozy y DSK. Varios amigos financieros, consejeros de empresas, multimillonarios que controlan la capacidad exportadora francesa, y hasta intelectuales con influencia, apoyaron simultáneamente a los dos hombres, cuando estos decían defender proyectos políticos inversos: el conservador de Sarkozy frente al socialista de DSK.
La piedra filosofal, en el sentido estricto de la expresión, de esas amistades comunes entre DSK y Sarkozy, es un multimillonario: Vincent Bolloré, undécima fortuna de Francia, con unos 2.900 millones de euros de fortuna en 2010, según la clasificación de la revista Challenges. El dominio de ese emperador se extiende desde los transportes hasta los medios de comunicación, desde los puertos africanos hasta los papeles de liar cigarrillos y la especulación con materias primas.


De Bolloré, se sabe desde hace años que ama a Nicolas Sarkozy. El presidente, en sus primeros meses de mandato, en 2007, pensaba que tenía patente de corso y exponía sin complejos su amor por un lujo que no podía pagar de su bolsillo. Así que apareció ante los franceses, de vacaciones privadas en el yate de ese millonario, y viajando con el jet privado que este le prestaba.


Menos conocido es que Bolloré, a través de sus participaciones de control del emporio de comunicación Havas, también controla Euro RSCG. Se trata de una empresa “multidisciplinar” de comunicación, relaciones públicas y márketing. A la cabeza de esa Euro-RSCG, una de las principales agencias mundiales, está un individuo llamado Stéphane Fouks, socio de Bolloré.


Y Fouks, como es sabido en el microcosmos parisino desde siempre, es el principal consejero político de DSK. Por cierto, desde el FMI, el hoy ex director general no tuvo reparos en dejar la comunicación del Fondo para varios continentes y sus contratos suculentos en manos de EuroRSCG.


Bolloré últimamente se ha interesado mucho por la compra de institutos de sondeos. A algunos de esos institutos los deja con la rienda un poco suelta, sin colocar a sus hombres de confianza, por lo que no se puede prejuzgar que trabajen con intencionalidad política. Por el contrario, a su última captura, el instituto de sondeos CSA, lo ata bien corto.

En la dirección del instituto CSA, Bolloré ha colocado a Etienne Giros. No es que tenga ninguna gran experiencia en el hipercompetitivo mundo de los sondeos; más bien es el titular de un largo currículum al servicio de Bolloré en puertos y ferrocarriles africanos. Es lo que Le Figaro llama un “Bolloré Boy”.


El Boy rindió fieles y leales servicios con DSK ya imputado y en prisión preventiva. El Instituto CSA, ni corto ni perezoso, efectuó un sondeo para poder clamar que un 57% de los franceses está convencido de que el líder social-liberal fue víctima de una manipulación. Metodología y datos brutos del sondeo, desconocidos.

El otro hombre clave

Segundo hombre clave de ese mundo común Sarkozy-DSK: Arnaud Lagardère, uno de los principales accionistas del grupo del mismo nombre, imperio de armas, medios y edición. Una vez más, la amistad entre este y Sarkozy hoy destrozada es conocida desde hace tiempo. La caída en desgracia de DSK ha servido para saber que también él contaba con el apoyo de este multimillonario. Lagardère empleaba en altas funciones a Ramzi Khiroun quien, al mismo tiempo, es un consejero político de DSK. El tipo disponía de un Porsche de más de 100.000 euros como coche oficial. Coche que prestó a DSK para su paseo parisino de abril, objeto de polémica al ser revelado en fotos.


Tercer punto clave de contacto: Alain Minc. Se le llama el visiteur du soir (visitante al anochecer) por su rol de consejero extraoficial de Sarkozy. Pues bien: Le Monde reveló hace unos días que fue él, como íntimo de DSK, quien en una conversación le habló de la imposibilidad de este de imponerse el “ascetismo” que exige la carrera presidencial. Este Minc tiene la particularidad, además, de haber apadrinado el ascenso del banquero y empresario Mathieu Pigasse, un individuo de ambición política y financiera ilimitada, que ha estado financiando a clubes de fans de DSK.


El universo de amigos comunes cobra un tinte folklórico si se incluye la cultura. Bernard-Henri Lévy, en opinión de algunos más una estrella mediática que un filósofo, ha conseguido elevarse al primer círculo de gurús de Sarkozy. En este caso, se conocía antes la relación de Bernard-Henri Lévy con DSK, pues son vecinos en Marrakech, donde ambos tienen riads (palacetes) en la medina.


La lista podría alargarse mucho. Baste con citar que Sarkozy y DSK compartieron muchos años su pertenencia al Club del Siglo, sanctasanctórum de las 600 personas de la flor y nata de la élite francesa. El elenco podría concluir con un toque tragicómico: Sarkozy y DSK comparten el honor de ser los últimos apoyos de que gozó Zin el Abidín Ben Alí, el dictador de Túnez, ahora derrocado. Como las plazas del mundo se levantan, no está prohibido pensar que este detalle pueda ser premonitorio.