martes, 28 de agosto de 2012

Cuanto más pacífico sea el #25S, más capacidad de transformar las cosas tendrá


El 25S y el problema de la democracia


El cielo se está cubriendo
de un manto oscuro de polvo
y algo en el campo magnético
presagia que lo peor
vendrá cuando comprendas que ya no…
hay otra opción.
Canción “Los Tecnócratas” del grupo Los Punsetes

1.- El 25 de Septiembre se nos convoca a rodear el congreso de los diputados exigiendo la dimisión del gobierno y la apertura de un nuevo proceso constituyente. La convocatoria está generando una discusión amplia en muchísimos frentes. 
Desde algunos partidos políticos, a los medios de comunicación, las redes sociales, asambleas, colectivos, etc. Este es ya un dato interesante. 
Esta convocatoria hace dos años habría pasado por una locura sin sentido. Despreciada como una broma activista y poco más. La atención que la convocatoria recibe no viene de su condición de locura iluminada, sino de la percepción de su potencia. 
Hablamos de la convocatoria del 25S porque es posible. Nos preocupa o excita porque es posible. Porque existen las condiciones para que decenas de miles de personas se sientan apeladas por la convocatoria y salgan a la calle como ya pasó el año pasado ante el Parlament de Cataluña. 
Podemos elegir mirar al dedo (los textos de la convocatoria y su retórica activista poco incluyente) o a la luna (la recepción que la idea tiene en las redes y las diferentes personas que empiezan a moverla hasta darle condición de posibilidad) .
2.- Estas semanas he leído muchos argumentos sólidos para participar de la convocatoria y otra buena cantidad de ellos para no hacerlo. 
Para mí la cuestión más importante es por qué existe una convocatoria así, por qué ahora y no hace un año y qué pone la convocatoria sobre la mesa para que resuene y conecte (al menos a priori) con el deseo de mucha gente. 
Un mes antes de la convocatoria ya estoy recibiendo correos de las gentes más variadas animando a participar: desde pequeños empresarios de cuarenta y tantos años a adolescentes que viven con sus padres.
Un pequeño repaso al último año, desde el pasado verano hasta ahora, descubre las siguientes cuestiones que explican la recepción y el interés de una convocatoria como la del 25-S:
- El PSOE y el PP modifican la constitución sin someter dicha modificación a referéndum y consagrando la misma al pago de la deuda.
- La Comunidad de Madrid vive el mayor conflicto en torno a la educación pública desde los años 80 y sus representantes ni siquiera llegan a reunirse con la Marea Verde.
- El Partido Popular gana las elecciones con un programa electoral que, no solo no cumple, sino que viola sistemáticamente y no existe ni un solo mecanismo formal para impedir que esto ocurra.
- Se solicita un rescate de la banca que está siendo financiado a costa de los servicios públicos, las rentas de las familias y la modificación de la reforma laboral entre otras y, de nuevo, no hay ni un solo mecanismo de diálogo con la ciudadanía y, por supuesto, no hay ni un solo mecanismo de consulta. Nada.
3.- El problema que pone en el centro la convocatoria es muy sencillo: No hay democracia. Y la respuesta que aporta, la apertura de un proceso constituyente, es no sólo la única respuesta posible, es la respuesta sensata y razonable. El lenguaje “revolucionario” de la convocatoria choca porque la propuesta no es revolucionaria en el sentido clásico de lo que se entiende por “revolución”. 
La propuesta es democrática. 
La cuestión es que hoy, defender la democracia… es revolucionario. Ese es la extrañeza que vivimos: la de vivir en el momento de las revoluciones democráticas.
Tenemos que darnos cuenta de que no hay posibilidad de acuerdo con la otra parte, los gobiernos, porque la otra parte no tiene voluntad alguna de decisión (ni capacidad). Por tanto no hay posibilidad de ganar (y ganar en este contexto quiere decir, para empezar, evitar perder los derechos y la riqueza colectiva) si no es construyendo un nuevo marco común y unas nuevas normas comunes de funcionamiento.
4.- Por eso, para que el 25S sea aquello que puede ser (un primer momento para señalar el inicio de una nueva fase, un inicio de esa construcción de algo nuevo) tiene que perder su retórica “valiente” y revolucionaria y pensarse en términos, si queréis, “cobardes” y apuntar a principios democráticos. 
La convocatoria tiene que ser pacífica, absolutamente pacífica, radicalmente pacífica. Cuanto más pacífica sea, más capacidad de transformar las cosas tendrá. 
Más conflictiva será. Como decía una pegatina sobre el aniversario del 15M: “Dales dónde les duele, practica la no violencia”.
 Cuando más pacífica y abierta sea la convocatoria más gente podrá participar de ella. Más gente podrá sentirse parte. Cuanta más gente se sienta parte, más difícil será encajonarla en una imagen prefigurada y responderá menos a ningún cliché mediático, siendo capaz de expresar de forma compleja un deseo abierto y generalizado.
Pd.- Pero en cualquier caso, el “evento 25-S” es eso, un evento. Y no hay ningún proceso de transformación real de la vida de la gente a partir de eventos. Si a ese gesto destituyente no le acompañamos un proceso constituyente, no habrá tenido sentido. Contamos con los medios técnicos, la inteligencia colectiva y la fuerza para que ese proceso sea una gran conversación entre toda la sociedad. Ese es el desafío real que abre el 25-S y lo que debe preocuparnos a partir de ya mismo.
28/08/2012
Guillermo Zapata @casiopeaexpres
MADRILONIA.ORG 

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